Las promesas duran lo que lo sentimientos que nos llevan a realizarlas. Por eso tus promesas efímeras se las llevó el tiempo narcisista corriendo entre angostos pasillos que dejaban las nubes de los sentimientos.
Y aún hoy tus palabras rezuman la misma frivolidad que entonces. Aún hoy crees que sigues siendo tan interesante como solías ser. Y no te queda ni una brizna de credibilidad. El hálito de tu voz se desprendió para siempre de mi memoria, dejó de perseguirme, junto a los demás sentimientos, quemados; cuyas cenizas se encuentran enterradas y esparcidas. Encendiste el mechero y las quemaste con cada uno de tus actos, con cada funesto rato que pasaba esperando algo que nunca existió.
Las cenizas de cada sentimiento y cada promesa, se encuentran consumidas por el tiempo, cuya mecha, encendiste.