Para olvidarte tenía que cumplirse una ecuación llena de parámetros infinitos, de anochecerea anulados, miradas retiradas y sonrisas que dan error. De constantes, como son el alcohol, la soledad y el humo de los cigarros.
Para olvidarte tenía que acabar la primavera. Tenía que asfixiar estas palabras entre las hojas marchitas del otoño.
Para olvidarte debía romper con el tiempo, pararlo en este instante y ser valiente sin ti. Sin ti los parámetros de esta ecuación se desordenan, sin ti hay quilómetros entre yo y la victoria. Sin ti he naufragado y me convierto en ladrona de lluvias.
Para olvidarte tenía que ser cierta la teoría de la conservación del amor, ni se crea ni se destruye; sólo se transforma en océanos, en segundos callados y en una guerra declarada al olvido.